Una alergia es una reacción, una hipersensibilidad a una sustancia con la que se entra en contacto bien inhalándola, ingiriéndola o tocándola. Por ello, hay que intentar no entrar en contacto con dicha materia, aunque no siempre depende de nosotros mismos. Es decir, existen muchos factores externos que influyen en el estado y favorecen el empeoramiento de una alergia.
Dentro de estos factores externos, como el viento o la temperatura, encontramos también la humedad, la cual ha de ser siempre inferior al 60% para no ser perjudicial para la salud. Esto se debe a que las humedades no sólo aumentan el riesgo de contraer otro tipo de enfermedades, sino que agravan los síntomas. Entre otros, las humedades favorecen problemas respiratorios como el asma o problemas dermatológicos como la dermatitis atópica.

Asimismo, la presencia de humedad es un factor decisivo en el crecimiento y dispersión de los ácaros, los hongos y las bacterias. Uno de los mohos más perjudiciales para la salud es el “Tachybotrys Atra” el cual, negro y pegajoso, crece en las maderas con humedad.
Por ello, tratar las humedades es realmente importante para evitar no sólo problemas sobre alergias, sino preocuparnos por nuestra propia salud.